Útil y nocivo teléfono móvil…

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Me sorprendió hace unos meses el concepto de «phubbing», (de “phone” y “snubbingg”) que es algo así como ignorar a las personas que tenemos al lado por estar demasiado pendientes del móvil.

Los adultos solemos mirar para otro lado y echar la culpa a adolescentes y jóvenes, pero hay estudios que indican que 1 de cada 3 padres RECONOCE abusar de la tecnología y ser un mal ejemplo para sus hijos. Y mas de la mitad de los padres consultados dicen que el teléfono interrumpe la relación con sus hijos más de tres veces al día. Y por lo que veo, yo creo que bastantes más.

Los niños empiezan a ser muy conscientes de que demasiadas veces, se sienten ignorados, y pasan a segundo plano en la atención de sus padres (me atrevería a decir que son más dependientes las madres que los padres).

Y no te digo nada cuando son adolescentes. Hacen una lectura precisa del tiempo que los padres pasan con el móvil, perciben que a veces les hablan a sus mayores y no se enteran, y saben que se está perdiendo mucha comunicación. Como se les hace menos caso, cada vez se refugian más en el mundo irreal de la pantalla del móvil. Y después los padres se echan las manos a la cabeza, pero no se dan cuenta de que son ellos los que están provocando esa situación. Cuando quieran dar un paso atrás, seguramente será demasiado tarde.

Evidentemente esto es un bucle: padres con el móvil, niños callados y con el móvil. No dan guerra, no protestan. De vez en cuando les damos un grito porque nos sabe mal que estén todo el tiempo en su habitación chateando y, a la vez, nos queremos demostrar a nosotros mismos que somos padres responsables que sabemos distinguir los tiempos que le dedicamos a cada cosa, y esto no es verdad.

Los niños más pequeños, de 4-10 años, tienen la sensación de que el móvil es un trozo mas de la mano de su madre. Y así lo manifiestan. Dicen que están todo el día haciendo fotos y contestando rápidamente a cualquier WhatsApp o llamada que tengan. Y que conducen con él en la mano, hacen la compra con él en la mano,… y son incapaces de desprenderse del móvil por un rato.

Los padres les riñen por jugar con cualquier cacharro tecnológico, pero los adultos no son conscientes de que ellos están todo el día con el móvil. Y muchos hijos e hijas piensan que les hacen más caso al dispositivo que a ellos. Y esto no es beneficioso para su desarrollo personal, sino todo lo contrario.

El COVID ha venido a agravar esta situación, puesto que, al estar mucho tiempo en casa, la forma de entretenimiento y de que estén callados es “permitirles” un poco mas el móvil. Y, a mayor tiempo de uso, mayor dependencia. Es más fácil mirar una pantalla que coger un libro.

Pero el caso es que la tecnología ha venido a quedarse. Y vamos a tener que pagar un importante peaje en las relaciones humanas.  Aunque aún no sabemos hasta qué punto va a contaminar y cambiar las relaciones padres-hijos, ya se vislumbran muchos efectos secundarios y patologías asociadas.

Hay algunos padres que, a instancias de los educadores, han elaborado “contratos de tiempo y forma de uso del móvil” para los hijos, que normalmente suelen servir para quedarnos tranquilos al principio, cuando el niño posee por primera vez un teléfono personal, olvidándonos enseguida de las normas que habíamos pactado. Es más costoso mantenerlas, que dejarle hacer con el móvil lo que le apetezca.

Me gusta la idea del contrato, y es una herramienta útil para controlar y supervisar su uso, pero antes de elaborar un contrato con tu hijo, yo te preguntaría…

¿Qué tipo de uso haces tú como adulto/a de las tecnologías?, ¿cuántas horas dedicas al día al móvil?, ¿qué importancia tiene para ti?,

Para qué lo empleas: ¿siempre es para algo útil, o no siempre? Cuándo estás compartiendo tu tiempo con la familia, ¿estás más pendiente del móvil que de la conversación con ellos?

Debéis saber (y seguro que ya lo sabéis, aunque lo olvidéis alguna vez) que vosotros sois un modelo de referencia para vuestros hijos e hijas y que la gestión correcta del móvil y las tecnologías, y de tantas y tantas cosas, empieza por vosotros mismos.

Preguntaos también sobre…

¿Tiene mi hijo una buena red social en la vida real?, ¿disfruta de las amistades que tiene?, ¿comparte ocio presencial con otras personas?, ¿cuánto tiempo destina a estar con ellos?,  ¿tiene dificultades en sus relaciones sociales?,…

Una vez respondido todo ello y, si sois sinceros con vosotros mismos, veréis que la mayoría de las veces, el problema no está en los niños sino en las prioridades y modelos de comportamiento que les mostramos los padres.

No todo es malo en el uso del móvil pero, como en todo, mejor usar con sentido común y no abusar. El abuso crea dependencia, aislamiento social, pérdida de la noción de realidad, ansiedad, estrés, y otras consecuencias nefastas. Y esto es una realidad que ya está delante de nuestros ojos. Por supuesto, síntomas que vemos en los adultos.

Así que poneos «las pilas» y revisad vuestro uso racional o irracional del móvil, para que vuestros hijos vean y perciban que tenéis dos manos libres de objetos para darles un gran abrazo (y te dirían que no les hagas tantas fotos, ni tanto vídeo a diario con los abuelos, sino que te centres más en el momento y la situación con ellos).

No podemos evitar muchas cosas relacionadas con el influjo negativo de la tecnología, pero sí algunas. Y poder cambiar las que tienen que ver con la dependencia del móvil, empiezan por ti, por nosotros, por los padres y madres, por los adultos.

Piénsalo y actúa en consecuencia.

Publicado por asunmarrodan

Psicología, Educación, Salud y Vida

2 comentarios sobre “Útil y nocivo teléfono móvil…

  1. Impresionante entrada, muchas gracias por expresar de una manera tan clara y concisa aquello que desde hace tiempo intuimos sin querer ver.
    Si trasladamos este fenómeno a ámbitos profesionales como el mío las consecuencias también pueden ser terribles.
    Comparto en redes, un saludo!

    1. Gracias por tu comentario, José Manuel. Muchas veces lo más evidente lo damos por natural sin valorar si es beneficioso o nocivo. A veces hay que hacer un ejerce reflexión. Un saludo!

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