Nos hablan mucho de las medidas físicas a tomar ante el covid. Mascarillas, distancia, minimizar salidas y agrupamientos,… hasta ahí nada que objetar.
Siendo un dato importante, solo oigo hablar de número de infectados. Pero no nos hablan nada de la importancia de la protección psicológica, así como de la necesidad y utilidad de nuestra parte de responsabilidad en el cuidado de nuestra salud, porque así podremos reforzar nuestras defensas y hacer que este maldito virus (y otros) tengan más difícil hacer mella en nuestro cuerpo.
Las noticias de los informativos de cualquier cadena de TV crean un pavor continuo, atontan a los espectadores, con noticias terribles y problemas banales que nada ayudan a pensar, a crear criterio propio y a remontar las situaciones difíciles. Por esto, es de entender que los estados de ansiedad y depresión están siendo pioneros en las consultas de psicólogos y psiquiatras. A su vez, los laboratorios se frotan las manos con la gran demanda de pastillitas atontadoras que, en el mejor de los casos, obnubilan y minimizan la voluntad, creando un preocupante estado de dejadez emocional. Así, la persona siente que no es ella, que su salud no está en sus manos, sino que está siendo «curada» por otros.
En mi entorno, personas cercanas con un sólido equilibrio emocional (o eso pensaba yo) ya han entrado en un estado de tristeza, pena, ansiedad y frustración del que no van a salir fácilmente. Máxime si sus familiares son autónomos en pequeños negocios o pertenecen a uno de esos gremios que están siendo brutalmente apaleados (como es la hostelería y el pequeño comercio). Así que todo esto hace que se esté destrozando la salud mental de muchos ciudadanos.
Una sociedad atemorizada no rinde, no tiene ganas de nada, no es feliz, no se cuestiona a sus dirigentes (que hacen y deshacen a su antojo, como está pasando) y enferma más y más.
Por supuesto, me tomo muy en serio el problema del COVID pero no entiendo esa tendencia de subrayar lo malo permanentemente, y no hablar de algo bueno, educativo, formativo, interesante para el desarrollo y crecimiento personal del ser humano.
¿Porqué no hay un comité de ética (sin color político, por favor) que valore todo lo que el gobierno, y sus miles de secuaces y asesores está haciendo mal y les saque los colores o les ponga castigados contra la pared?,
¿Y un comité científico cercano a la ciudadanía, que explique de vez en cuando, con palabras cercanas y con empatía, cómo vamos avanzando, y así dar unas palabras de aliento a las personas y no siempre de noticias terribles?,
¿Y un comité que recoja ideas de ciudadanos relevantes y sabios (hay muchos en diferentes áreas y especialidades en este país) que podrían aportar mucho en este momento social de desmoronamiento individual y colectivo?,
¿Y un comité de música, canto, literatura, cine, artes en general… que alienten a las personas a dirigir su atención hacia tan bellas actividades?,
¿Y un comité de asesores de salud emocional que enseñara a través de la TV o de los medios de comunicación a respirar, a practicar relajación, a ver la vida desde el lado del aprendizaje aún en las situaciones difíciles? (se habla del concepto de resiliencia pero no se enseña a poner en práctica),
¿Y otro comité que enseñe a valorar la importancia de la naturaleza, el aire libre, el deporte, así como qué hábitos de vida y alimentación saludable podemos poner en práctica para estar y sentirnos mejor?.
Amigo, saca esa fuerza que todos llevamos dentro, no seamos dependientes solo de lo que nos digan, aparta el miedo de tu vida, refuerza tu sistema inmune frente al Covid y otras enfermedades, y sigue siendo crítico cuando las cosas no se hacen bien. Debemos elevar nuestra voz cuando no estamos de acuerdo. Y no te creas que solo ellos nos van a sacar de esta. Todos podemos y debemos hacer, y mucho, en la recuperación del bienestar individual y colectivo.
Por supuesto, siempre cuidándonos y cumpliendo las normas, pero NO TODO VALE. Sobra mucha basura informativa y mala gestión, y falta mucha sabiduría aplicada a la vida cotidiana. Esto, ni de lejos nos lo enseñan nuestros gobernantes. Es más, seguro que muchos ni saben de qué estoy hablando.
Empieza por sonreírte. Levanta la vista y no te achantes. El mar, el cielo, los caminos, el otoño, las montañas,… tienen colores y matices maravillosos.